Las perlas se producen por la herida de un cuerpo extraño en el interior de una ostra. Un granito de arena, una diminuta piedra, la invade sin permiso, la lastima interiormente, atropella su calma. Ese es el comienzo.
En algunas ostras, este hecho desata un proceso maravilloso de restauración, en el que irá cubriendo su herida capa tras capa de nácar. El resultado es una perla.
No todas las ostras producen perlas. Pero aquellas que las poseen, se transforman en objeto de búsqueda apasionada, por causa del valor que portan.
Nos encanta esta analogía. Muchos de nosotros sufrimos heridas, y nos encontramos ante la desición de qué hacer con ellas. O las transformamos en perlas, o nos volvemos seres oscuros y resentidos.
Las ostras que poseen perlas muchas veces no tienen la más mínima intención de ser descubiertas. Prefieren la soledad y profundidad del mar. Pero los buscadores de perlas se sumergen hasta encontrarlas.
Sabemos que estamos rodeados de perlas. Millones de ellas producidas día a día, en medio de traiciones, fracasos, abusos, injusticias, carencias, desamor, sin embargo deciden transformar ese dolor en una perla que tiene el potencial de embellecer, jerarquizar, y bendecir a otros.
Nos encanta encontrarlas y darles visibilidad. Esta es la esencia de Mujeres que Avanzan.
Es el leit motiv de nuestro trabajo. Todos tenemos un legado para dejarle a las siguientes generaciones, y no podemos irnos sin concretarlo.